Lluís Miquel Hurtado, El Mundo, 18.10.2018
Amanece, llaman a la puerta, es la Policía antiterrorista. La siguiente escena ocurre en comisaría: frialdad, órdenes abruptas y para dentro del calabozo. Encerrado junto a individuos «con sus barbas cada vez más largas, sus ojos cansados, sus pies desnudos y sus cuerpos sudorosos, que habían derretido los límites de su existencia y se habían convertido en una gran masa de vísceras en movimiento», según Ahmet Altan (Ankara, 1950), uno de los más de 70 periodistas que hoy duermen entre rejas en Turquía, uno de los países que más informadores encarcela.
La narración angustiosa de lo que el escritor describe como su muerte en vida acaba haciendo bola en la garganta del lector de Nunca volveré a ver el mundo: textos desde la cárcel, que llega a las librerías este jueves (Editorial Debate). Un manuscrito que ve la luz fintando el veto a comunicarse por escrito con el exterior impuesto a Altan en Silivri, la infame prisión tracia que alberga a políticos e intelectuales víctimas de la caza de brujas desatada en las postrimerías del golpe de Estado fallido del 15 de julio de 2016.